El Barça ganaba espacio salarial con su salida, el PSG firmaba a uno de los mejores jugadores del mundo y Messi se alejaba de la presión para juntarse con un tridente de oro como Mbappé y Neymar. La llegada de Messi pareció darle un soplo de aire fresco al propio jugador, hastiado de los problemas que le azotaban en la Ciudad Condal.